Relato ~Estrella Rutilante~ Por: Narrador
Había una vez en el Cielo, una Estrella Rutilante que cabalgaba los Vientos Vespertinos. Diminutiva y pálida como una gota de rocío, la Estrella Rutilante siempre era la primera en descubrir su candor. Descendía desde las alturas y se acercaba a las Tierras de Pastos y Cultivos, cuando aún las sombras eran largas y compañeras, y se divertía sacándose el sombrero para saludar a los afanados labradores y lugareños. Cuando más contenta estaba, era cuando los días se volvían largos y cálidos, y la Primavera daba paso al Verano. En esas semanas de exquisita temperatura, la Casa de lo Alto de la Colina, volvía a abrir sus puertas para acoger a la Familia Que Siempre Deseó y a su Pequeña Golondrina. Años tras Año, La Estrella Rutilante repetía el mismo ritual al compás de los preparativos previos llevados a cabo por los lugareños, y de los arreglos de última hora que ocupaban el hogar: se tornaba pequeña y brillante como una perla de nácar y espiaba las habitaciones vacías aspirando los viejos perfumes familiares que aún inundaban la casa. Volaba y jugaba durante horas y días, rememorando las travesuras que había compartido en secreto con su Pequeña Golondrina; pululaba como una luciérnaga arrebolada, curioseando este y aquél rincón. Al fin, el Día en Que la Casa se Abre llegó. La Estrella rutilante abandonó su camita de algodón y nube, y levitó hasta encontrar cobijo en el Árbol Frente a la Ventana. Con los ojillos emocionados y encandilados, contempló la Habitación de su Pequeña Golondrina. Pero hete aquí que no pudo ver a la niña por ningún lado. En su lugar, se encontró que una joven altiva y altanera se obcecaba en destrozar los juguetes y recuerdos que poblaban cada rincón. La Estrella Rutilante contempló la escena con el terror patente en su rostro de porcelana, y lloró suplicando saber dónde se habían llevado a su Pequeña Golondrina. Esperó hasta que no pudo más y se marchó abatida. A la tarde siguiente, volvió a la Casa de lo Alto de la Colina. Deseaba con todas sus fuerzas que la Joven Odiosa se hubiera marchado, y confiaba en que sus esperanzas fueran colmadas y correspondidas. Pero la Joven Odiosa aún estaba dentro de la habitación, y siguió habitándola durante el resto del verano. La Estrella Rutilante nunca cejó en su empeño, y volvía cada año a la Casa de lo Alto de la Colina esperando ver al fin a su Pequeña Golondrina. ¿Por qué nadie le decía donde estaba? ¿Por qué la Familia Que Siempre Deseó no parecía molesta con que la Joven Odiosa hubiera usurpado el espacio y existencia de su Pequeña Golondrina? La Estrella Rutilante no lograba entenderlo. Las Estrellas Más Viejas no tenían ninguna respuesta para darle. A ellas los humanos siempre les habían parecido totalmente idénticos. Algunas Estrellas, incluso se sorprendieron al saber que existía más de uno de esos seres; siempre pensaron que era el mismo, que se movía muy rápido (igual que ellas al transitar por el Cielo Nocturno). La Estrella Rutilante se sumió en el Silencio, dejó de despertarse temprano y de saludar quitándose el sombrero. Trató de olvidarse de su Pequeña Golondrina, pero no pudo evitar visitar, de tanto en tanto, la Casa de lo Alto de la Colina. Y el tiempo pasó ceremoniosamente… Pero, un año, ocurrió algo extraño. Desde su pequeña parcela en el Cielo, La Estrella Rutilante escuchó un canto cálido y reconfortante. Una vieja tonada que conocía bien y que había compartido con su Pequeña Golondrina. Rauda, como un suspiro o lamento, descendió desde las alturas y se posó en La Rama del Alféizar Que da a La Habitación de la Pequeña Golondrina. Con desagrado, reconoció al instante a la Joven Odiosa,¿pero que era eso que llevaba en sus brazos? ¿Qué era ese brillo en sus ojos? La Joven Odiosa sonreía con amorosa ternura mientras la Vieja Nana surgía de sus labios. La Estrella Rutilante la escuchó fascinada ¿La Joven Odiosa era Amorosa? Pero lo que más le enamoró fueron los bracitos que surgían del atillo y que la Joven Odiosa besaba con devoción. Pletórica, brilló para mostrar su alegría, y gritó para que los Cielos la oyeran: “¡La Pequeña Golondrina ha vuelto!”
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¿Qué decir de este relato? Dulce tenía razón. Increible! Me ha encantado.
Vamos! No se desanimen y participen!!!!! :D
4 comentarios:
K preciosidad!, es tan tiernas estas expresivas letras... Su golondrina se convirtio en una adulta odiosa y lugo en una amorosa madre, regalandole a la estrella otra golondrina y unas renovadas ganas d brillar... Narrador, t kedo d lujo... Suerte en el concurso!, MUAK!!!
Me he quedado sin saber si ha salido el comentario. Repito por si acaso.
Exquisito! Poético! sorprendente ternura! Un beso.
Saludos.
Asombroso!
Pusiste mi imaginación a trabajar desde el primer renglón!!
Muyy Biien!!
Suerteee ;)
Elii
Precioso narrador!!
Me dejas sin palabras, una forma de redactar bella y facil de entender aunque complicada a su vez...
Muy bonito....pequeña golondrina....
un gran abrazo de osoooo
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