La Realidad de una Joven,
Reflejos de un Alma,
Secretos al Descubierto,
Pensamientos que matan,
La Curiosidad de un sentimiento,
Ansiosas las ganas, Confusiones visibles,
Daños irremediables,
Errores demandantes,
Largas Esperas Personalizadas,
Todo ello forma parte de:
Una insoportable Vida Cotidiana…
"Monotonía"
- ¿No crees en la suerte? – Preguntó la amable vecina al ver como la muchacha se quedaba mirando su jardín en donde habían muchos tréboles.
- No – respondió simplemente ella encogiéndose de hombros – Resulta algo mediocre creer en algo que no existe –Sonrió culpablemente viendo como los ojos de su anciana vecina se encogían indignados.
- Es una lástima, aunque a decirle verdad, la suerte es solo un intermediario de las recompensas que el destino nos tiene – habló la anciana sin inmunizarse por la respuesta de la joven.
- Pues, quizás aun no me corresponden esas recompensas, toda mi vida he denigrado de la suerte, porque ni siquiera la he llegado a tener una sola vez – Sus ojos brillaron mientras las palabras salían de su boca – Me tengo que ir o llegare tarde al trabajo. Que tenga un buen día Señora Marie –
- Que tengas un buen día Sophia –
Con una sonrisa en su cara –algo que muy pocas veces sucedía- se encamino hasta la estación de trenes. Una vez ya montada, su cabeza empezó a darle vueltas a las palabras de su vecina, y es que al responderle dijo solo la verdad, ella era una joven de los suburbios en la gran manzana, con una familia humilde y ella corriendo con todos los gastos , trabajaba arduamente en una pequeña editorial de periódicos como asistente cuando no tenía clases en la universidad, y los fines de semana trabajaba tiempo completo, si apenas la semana le alcanzaba para estudiar, y para no ser poco, tenía que llevar sus notas bien altas, la carrera de medicina no era cualquier facilidad hoy en día. Estaba lejos de su familia, amigos, su única compañera era la soledad, una que nunca la abandonaba, siempre fiel, ella y el tiempo.
Luego de unos cuantos trasbordos para llegar a la pequeña empresa, al fin cruzo sus puertas de entradas, de su rostro ya se había disipado la sonrisa con la que había salido de casa, y es que el solo hecho de saber lo que tenía que hacer por el resto del día la enfermaba.
Ahí estaba ella, un domingo, sentada en la silla de una pequeña oficina que compartía con otra conocida –para no utilizar el término amiga- contestando llamadas, tomando notas, buscando artículos viejos en el ordenador, tomando café para poder soportar el cansancio, llevando ordenes, buscando recados, para ser una asistente, a veces consideraba la idea de que su trabajo la consumía.
Luego de un par de horas, sabiendo que lo que iba a hacer aumentaría su nerviosismo, tomo un respiro y entro a la página de internet de las becas nacionales para medicina. Se había suscrito hace unos meses y había asistido a la entrevista en la sede, si le concedían esa beca ella dejaría de trabajar, solo tendría como prioridad sus estudios, su monotonía cambiaría. Ella guardaba la esperanza de conseguirla, era un gran paso y una facilidad de sus cosas.
En la página, estaban los nombres de los que ya habían recibido la carta y daban su aceptación públicamente, pero ella… No había recibido ninguna carta en todos esos meses, ni ningún tipo de señales. Las verificaciones terminaban hoy a las doce de la noche, y aun no había recibido la carta. Justo en ese momento, deseo con todas sus fuerzas haber tenido algo de suerte, una que nunca llego.
Así pasaron el resto de las horas, con el silencio como mejor amigo y aguantando las ganas de llorar. Antes de salir de la empresa vio la decepción de sus ojos en un reflejo del vidrio de las puertas, bajo la cabeza empezando a caminar hasta la estación de trenes más cercana. Eran alrededor de las 9:30pm cuando llego a su casa. Sin ningún entusiasmo por entrar a su casa, una que estaba completamente sola, se sentó en el porche, desahogándose al sentir algo húmedo en su mejilla.
Al alcance de su mano, estaba el jardín de tréboles de su vecina. Intentando entretenerse busco entre las hojas, notando como pasaban los minutos y el frío cada vez la hacía temblar más. Estaba a punto de levantarse cuando lo vio; Un hermoso trébol de cuatro hojas, su verde era más resplandeciente que el de los otros, y aun con sus sentimientos revueltos lo tomo entre sus manos, quedando maravillada al observar su perfección. Sus hojas eran suaves, nada áspera y combinaban con el olor a tierra mojada que se expandía por sus fosas nasales. Sonrió con tristeza al acordarse de su significado; Suerte.
Con pesadez se levanto de los escalones y mirando su reloj eran las 11:45pm, ya no había esperanzas. Abrió lentamente su puerta y encendió las luces, y justo a unos pasos había un sobre donde se podía leer el “Becas Nacionales para Medicina”
Con sus latidos acelerados camino lentamente los pocos pasos que la separaban de el principio de un brillante futuro, en una de sus manos el sobre de aceptación, en la otra; el trébol de cuatro hojas. Claramente no creía en la suerte, pero comprendió que no más que la “monotonía”, el ver todo igual, las mismas cosa todas las veces, mataban la ilusión de tus deseos, matando con ella lo consideramos “Suerte”.
---------------------------------------------------------------------------------- ¿Qué tal ese fin de semana? El mío estuvo de maravillas, y apesar del dolor que siento por haber estado de masoquista montando caballos me inspire y escribí este relato. Espero de corazón que les guste, ya saben, tienen que comentar para porder saber si esta bien o mal, así que no se desanimen... y ¡a comentar! Empezaré a trabajar en el proximo relato... Pero tambien tengo que escribir unas cosillas por ahí y ya mañana es lunes (siento recordarselos) así que no prometo fechas XD Bueno, basta de extenderme... Byee!!! Cuidense ¡¿Eh?! A comentar chic@ :D P.D: Gracias a los 21 seguidores, y a mis amigas que se han tomado la molestia de pasarse por el blog... y si, a mi hermano, que dejo un comentario en una entrada por allí XD Los quiero a todos!! Susan.
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