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lunes, 28 de mayo de 2012

Relato: ~La Casa de Enfrente~


            "No hay nada más hermoso que la inocencia de los niños"
Tras la espesa cortina beige se escondía una diminuta figura, observando todo desde la seguridad de su casa... Preguntas como: ¿por qué el cielo es tan alto? Y ¿por qué no podía volar como los pájaros? Eran las que merodeaban en su cabeza, pero la que siempre estaba todo el santísimo tiempo era ¿Quién vivía en la casa de enfrente? A sus cortitos años no había visto a nadie salir de esa casa, tampoco entrar... Pero a través de las cortinas blancas veía como encendían las luces y como las apagaban... ¿Y si ahí no vivía nadie y las luces se encendían solas? ¿Y si era un fantasma? ¿Por qué nunca les había preguntado a sus padres?
            Un sonido extraño… Que reconoció luego porque era el que aparecía en las películas esas de peleas que veía su papá... ¿Cómo es que le había dicho el que se llamaban? ¡Ahhh! ¡Películas de acción! Cuando alguien se golpeaba y votaba mucho ese líquido rojo asqueroso...Bueno, ese sonido era del enorme carro con luces rojas y azules parpadeando sobre la cabina.
            Sorprendida al ver que se dirigía a la casa que observaba se pegó al vidrio de la ventana aplastando sus rizos rubios con el movimiento. Sus ojos se habían abierto todo lo que se podían abrir, del enorme coche sacaron algo parecido a una camita con ruedas (Nota mental: preguntarle a mamá que era eso y si podía comprarle una así)  y luego salieron corriendo hacia la casa, cerraron la puerta tras de sí y no se vio más nada. Quería ir y ver qué pasaba ¿porque esos señores se estaban metiendo a esa casa? ¿No era acaso malo entrar a una casa ajena sin permiso? Eso era lo que su mami le decía...
            Mientras se perdía una vez más en sus pensamientos, cinco minutos después salieron de la casa y en la camita rodante llevaban a alguien acostado pero todo lo que pudo ver fue que tenía el cabello blanco, desconcertada siguió con la vista a las personas extrañas esas, metieron la camita rodante al carro con luces y se marcharon... Y ellos marchándose y su confusión creciendo extremadamente.
            Su madre la observaba tras el mural de la sala, su pequeña de ya casi 5 años era bastante curiosa... La niña, notó la nueva presencia en la sala y se volteó lentamente con un gran signo de interrogación en su frente... Fruncía el ceño y se veía adorable. La mujer en la habitación no pudo evitar sonreír con ternura.
¿Se lo están robando? preguntó finalmente la niña sacudiendo el cabello preocupada ¿mami se están robando a nuestro vecino?
¿Pero qué dices Annabella? respondió su mama con una pregunta acercándose hasta cargarla.
De la persona que vive enfrente mamá repuso como si fuera obvio, unos señores se lo llevaron…
Ay, Anna, no mi amor... Solo lo están llevando al hospital.
¿Y porque lo llevan al hospital? ¿Se peleó con alguien así como en las pelis? Volvió a preguntar, quería resolver todas sus dudas.
No pequeña tuvo un infarto... Y antes de que preguntes que es un infarto, es cuando las personas se enferman del corazón preciosa Le atajo esta vez su mama amablemente.
¿Y va a morirse? La última pregunta dejo un gran silencio en la habitación. Su mama no quería responderla y la niña tenía la sospecha de no querer escucharla...
Eso si no puedo decírtelo, pero pediremos mucho a Dios para que no muera  La delicadeza de la mujer al hablar era admirable, cuidaba cada palabra para que la pequeña entendiera y no se sintiera mal.
¿Entonces, ahora a quien voy a mirar por la ventana? Su tono fue apenas un murmuro, bajo la cabeza para ocultar el leve sonrojo en las mejillas.
Pero si tú veías la casa, esa no va a moverse de ahí... Te lo aseguro...
Y si yo podría hacer algo para curarlo mama, puedo...
Vamos Anna, déjalo preciosa... Mejor ve y arréglate que vamos a salir.
            La pequeña se giró y miro por entre las cortinas la casa y sus luces apagadas...
            ¿Ahora quien viviría en la casa de enfrente?


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Algo corto que escribí en clases hace unos días y lo había dejado en borradores, espero que les guste :-)
Por cierto... ¿Sabes que El Diario se acerca?
Está muy, muy, cerca ya...

Si les gustó, comenten, si no les gusto, también x.x
¡Un beso!
Susan.

El Diario se acerca...

Esperen...
¿Pueden escucharlo? ¡Yo puedo escucharlo!
Escucho el grito del Diario...


viernes, 25 de mayo de 2012

"Por si mañana no estoy" Capítulo IV


¡Holaaaa! Es viernes y como corresponde les traigo el cap de Por si mañana no estoy, que se los pongo de una vez porque después si se me pasa el día tengo que poner capi doble y el 5 apenas va menos de la mitad xD Estaba intentando escribir un capi diario, pero con las clases que ya estamos finalizando se me hace imposible -.- Pero espero adelantar este fin, aaaaayyy que ya salgo de vacaciones!! Creo que para el 18 de Junio ya lo estoy :D Y ahí si que vengo con todo ^^ Bueno, ya, les pongo el cap ¡Que lo disfruten! (A mi particularmente si me gusto bastante *-*)

Capítulo 4
I’m fallin’ in love,
But it’s fallin’ apart.
I need to find my way back to the start,
When we are in love.
T. M.
La letra de Alec había escrito como título “Mueran, payasos”.
La foto pegada a la página era de cuando Alec cumplía los ocho, a Viviana aún le faltaban dos meses para cumplirlos. La imagen mostraba un ángulo del patio de la casa del niño, que estaba decorado con globos de todos colores y había muchos niños alrededor… Pudo reconocer que era esa fiesta así ellos no salieran en la foto porque, ¿Cómo podía Viviana olvidar el horroroso payaso de ese día?
Totalmente inolvidable…
Diciembre 17.
¡Ya era el día diecisiete!
Apenas había amanecido y Viviana empezó con el trabajo de molestar a su mamá para que la llevara a casa de Alec lo más pronto que pudiera.
—Pero que si son las siete, Aarian —La regañó su madre—, No vas a darle dolores de cabeza tan temprano a la familia O’Conner.
—Pero si puedo ayudarlos arreglar todo… ¡Ay, como tu no entiendes nada mamá!
—Tú sigue durmiendo —le ordenó su mamá.
Acto seguido salió haciendo un berrinche de la cocina ¿Qué había de malo con que viera a Alec más temprano? ¡Era su cumpleaños! ¡Tenía que felicitarlo antes que todos!
Aun llevaba el pijama de ositos y sus pantuflas, se tiró de nuevo a la cama sobre todas las almohadas y evaluó las diferentes cosas que podía hacer para convencer a su mamá… Quizás podía hacerle el desayuno para que… ¡PFF! ¡Ella no cocinaba!, otra idea… No, no tenía más ideas, pues no le tocaría más que esperar.
Después de ese día en Brighton, la familia de Viviana y Alec se habían hecho muy amigas, hasta vivían solo a unas cuantas manzanas. A medida de que los niños crecían se unían cada día más, Viviana al ser hija única encontrar a un compañero de juego era todo un milagro, aunque… También se había ganado una especie de amigo mayor malvado. Nate.
El mayor de los hermanos O’Conner nunca se cansaba de jugarles bromas, se aprovechaba de que ellos eran menores y más pequeños… Aunque Nate no era malo de corazón, si era bastante rústico, y salvaje, y grosero e infantil… Y se le pueden aplicar más adjetivos pero la lista se haría larga.
Alec siempre defendía a Viviana, ya estudiando juntos en el mismo colegio, en el mismo salón, eran inseparables, y era por eso que quería ir a su casa en ese mismo instante, pero claro… Su mamá no entendía eso.
Alrededor del mediodía Rose ya no aguantaba a Viviana parloteando por toda la casa y explicándole las razones por las que quería estar en casa del niño antes de la hora de la fiesta, si Viviana de por si en su estado natural contaba con una hiperactividad admirable, en ese momento su energía se había multiplicado por mil y daba de no parar nunca más. Así que Rose accedió a llevarla.
Viviana ni siquiera dejo que su mamá apagara el coche cuando salió corriendo en dirección a la gran casa blanca rodeada de arbustos llenos de rosas. La casa O’Conner era amplia, con un jardín inmenso perfectamente verde y arreglado, la fachada de grandes pilares en el porche, y ventanales que se comunicaban entre ambos pisos, le daban un aspecto reconfortante y cómodo.
Rose tras apagar el coche caminó lentamente hacia la casa, Viviana ya había entrado y Marie, la mamá de Alec ya estaba afuera esperándola a ella.
Miró a Marie avergonzada pero eso de controlar a su hija cuando la nena se proponía a lograr lo que quería no se le daba muy bien.
—Lo siento Marie, intenté retenerla lo más que pude… ¡Esta despierta desde las siete de la mañana dándome lata con que la trajera! —Soltó sacudiendo los brazos causando la risa de Marie.
—Pues la hubieras traído a esa hora… Así hubiera despertado al dormilón de Alec que no quería levantarse —Respondió divertidamente, abrazando a Rose cuando llego hasta ella.
—¿Para que tener otro hijo si esa niña hace por dos mil? —Preguntó distraídamente entrando a la casa.
—Te entiendo… Alec ni se siente, pero Nate hace por los dos y muchos más.
Al entrar completamente a la casa no vieron ni rastros de Viviana.
Viviana se había apresurado a subir las escaleras, como iba casi corriendo tuvo que agarrarse del barandal para no caerse, una vez arriba llego a la habitación de Alec y abrió la puerta de sopetón sin importarle tocar.
El niño se sobresaltó tanto que dejo caer lo que traía en manos, una revista manga de sus favoritas.
—¡AHHHHHHHHH! —Gritó Viviana para luego saltarle encima y aplastarlo con un brazo de oso—, ¡Feliz cumpleaños! ¡Te haces más viejo, Alec! —se burló ella al final.
—No me importa porque ya soy mayor que tú —Respondió el niño sonriente sin inmutarse del comentario de Viviana.
La niña deshizo el abrazo y lo miró ya no tan divertida.
—Pero yo no quiero ser vieja, prefiero ser menor —Respondió orgullosamente.
¡Mentiras! ¡Ella si quería crecer!
Viviana quería crecer para poder valerse por ella misma… Para jugarle bromas a Nate y meterse con los niños que la molestaban en el colegio sin tener que depender de Alec para que la protegiera todo el tiempo, si, envidiaba un poco a Alec por cumplir los ocho primero que ella.
—Vamos al patio, Viv —Le dijo Alec empezando a arrastrarla fuera de la habitación y escaleras abajo sin darle tiempo de que hiciera un berrinche.
A Alec no le gustaban mucho las fiestas de cumpleaños, el hecho de que asistían muchos niños que verdaderamente no conocía y que sus padres lo obligaban a interactuar con ellos no era agradable, tampoco le gustaba que Nate anduviera suelto haciendo todas las maldades que se le ocurrieran, pero este año era diferente… Igual que el año pasado. Era diferente porque la tenía a ella, con Viviana todo era divertido y no tenía que preocuparse por lo demás, así que no le importaba que sus padres hicieran la fiesta con tal de que ella estuviera con él.
—¿Quieres ir al brinca brinca? —Preguntó Viviana fijándose en la cantidad de juegos que habían instalado en el patio de los O’Conner.
—Vale —Respondió Alec caminando al gigante inflable.
Los invitados habían empezado a llegar de acuerdo la tarde iba avanzando, Rose había regresado a casa a buscar el regalo de Alec que se lo habían dejado con el apuro, Marie intentaba controlar a tantos niños juntos y de Nate… De Nate no se sabía nada.
Pero no era la repentina desaparición del pelirrojo lo que hizo que Viviana pegara el grito al cielo y echara a correr a escondiéndose detrás del castaño de ojos verdes.
La criatura más malévola y horrible, con la sonrisa más asquerosa y su cabello de colores que podía asustar a cualquiera era el temor de Viviana.
Un payaso.
Un feo y horripilante payaso.
Alec se asustó al ver a Viviana esconderse tras de él pero tardo menos de un minuto en ver al payaso pisando el patio, lo que Viviana no sabía y lo que hacía a Alec retroceder era que el payaso se dirigía hacia ellos de la mano de Nate.
La niña con los puños apretados y la cabeza pegada a la espalda de su amigo que era más alto que ella prácticamente temblaba, ¡Odiaba mucho, mucho, mucho a los payasos! No le parecían graciosos… Y sus intentos de hacer cosas divertidas solo servían para que les agarrara más pavor.
—Oye, Viv —Dijo entrecortadamente Alec, ya sabiendo de la fobia de la niña por los payasos—, esto no va a gustarte para nada…
—¡Hola, niños! —Canturreo la voz chillona e irritante, la misma voz que le puso los pelos de punta a Viviana.
—Les presento a mi nuevo amigo —Chilló Nate… Para tener ya diez años el pelirrojo estaba muy lejos de querer crecer y madurar.
—¡AHHHHHHHHHHHHH! ¡PAYASOS FEOS! —Gritaba Viviana antes de empezar a correr en dirección opuesta de ellos— ¡Te odio, Nate! ¡Te odio mucho!
—Ya me estoy cansando de ti y de siempre asustarnos —le dijo Alec a su hermano mayor. El payaso no parecía comprender exactamente que era lo que había hecho para que los niños reaccionaran de esa manera.
Alec empezó a correr tras de Viviana justo como la primera vez que la había conocido y como otras tantas veces había hecho luego de que Nate le jugaba una broma, a él no le gustaba ni verla llorar, ni escucharla gritar ni verla triste.
Se dirigió a su habitación sabiendo que la encontraría ahí y acertó de lleno.
Viviana estaba en el rincón de la habitación jipiando y limpiándose las lágrimas para ocultar que estaba llorando y terriblemente asustada.
Alec se sentó junto a ella y le paso un brazo por los hombros, si, definitivamente no le gustaba verla así.
—Ay, Viv, lo siento —Dijo con vergüenza—. No sabía que traerían payasos y Nate… Ya sabes como es él.
—Es que son tan horribles, Alec… Su sonrisa malvadas…
—Son solo personas con maquillaje, Viviana —interrumpió Alec sonriéndole cariñosamente.
—Pero igual de horribles, y… ¡Tu hermano! ¿Por qué no puede meterse con personas más grandes que él?
—Porque… El es un infantil sin remedio, como dice mi mamá.
Haberse hecho con ese recuerdo le causaba un no sé qué a Viviana, por una parte recordaba lo malvado que el pelirrojo había sido con ella de pequeña y por otra, adoraba como Alec la protegía desde pequeña.
Leyó mas abajo la nota:
“Esa fue la primera vez que juré que nunca más aceptaría que alguien te asustara de nuevo, porque odio mucho verte llorar. Tu sonrisa nunca merece ser apagada, ¿Me escuchaste? (Leíste) Fue tarea difícil que el cabezota de mi hermano dejara de meterse contigo pero no imposible, así que muerte a los payasos y a todos aquellos que te hagan llorar (serán imbéciles para hacerlo), bueno, eso es todo por ahora. Nos seguimos leyendo más adelante. P.D: Recuerda que aunque no estem hare hasta lo imposible para protegerte siempre”.
Y como en la nota anterior, una frase de una canción acompañaba el final: “Just close your eyes, the sun is going down. You’ll be all right, NO ONE CAN HURT YOU NOW, come morning light… YOU AND I’LL BE SAFE AND SOUND”.
*Estoy enamorado, pero se viene abajo.
Tengo que encontrar mi camino de regreso al comienzo,
Cuando estábamos en el amor – The Maine, “Into Your Arms”
*Simplemente cierra tus ojos,
El sol se está poniendo,
Estarás bien.
NADIE PUEDE HERIRTE AHORA.
Ven luz de la mañana,
TU Y YO ESTAREMOS SANOS Y SALVOS.
Taylor Swift, “Save and sound”
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¿Les gusto? ¡Comenten que es gratis! :D

domingo, 20 de mayo de 2012

Discúlpenme :C Capítulo de "Por si mañana no estoy"

¡Hola! ¿Por donde empezar? Bueno, por lo primero... El capítulo tenía que colgarlo el viernes 18-05, pero no lo tenía completo y la verdad que ese día estaba full... Entonces, sali el viernes y llegue a mi casa en la madrugada y ayer sábado andaba toda ida y con mucho sueño, entonces no pude escribir nada... Pero acá estoy y les traigo dos capítulos en señal de disculpa, y les propongo que si no cumplo con el día de publicación correspondiente, traeré capítulo doble. Es una penitencia.

Entonces, el capítulo II es la entrada anterior a esta, Pinchen AQUÍ PARA IR AL CAPÍTULO II

Y les dejo el Cap III. Espero que les guste, ya saben, ¡Comenten que es gratis!

Capítulo 3

Well I’ve been everything I wanna be,

So no tears,

No tears,

No tears for me…

J.B.

El corpulento pelirrojo se apresuró hasta llegar a la cama de Alec, sin darse cuenta de que Viviana estaba sentada en el sillón.

Su cuerpo estaba hecho un manojo de nervios y se paralizo completamente al ver a su hermano menor tendido en esa cama, pálido y carente de cualquier emoción en su rostro que no fuera la de una profunda paz… Como si estuviera durmiendo y la lenta respiración y el desganado sube y baja de su pecho era todo lo que se percibía con movimiento proveniente de él.

—Yo los dejaré solos —Dijo Viviana sintiéndose incómoda, haciendo que Nate se sobresaltara al notar su presencia y luego la mirara acusadoramente…

—A ver… Tu no te vas de aquí hasta que me expliques todo —La amenazo empezando a acorralarla, algo tenía que ver Viviana con el accidente de Alec, de eso estaba más seguro que de su propia inteligencia.

A Viviana se le heló la sangre.

¿Qué iba a decirle a Nate? Si ella ni siquiera sabía con exactitud que había sucedido… Bueno, si recordaba lo de la fiesta y su discusión con Alec… Pero nunca entendió la reacción de su mejor amigo en ese momento y si, estaba más claro que el agua que ella era culpable del accidente… De no haberse enojado Alec con ella, nada hubiese ocurrido.

Y eso era una de las cosas que la mataban por dentro, ya que, hubiera preferido mil y un veces que algo así le hubiera ocurrido a ella antes que Alec.

—Pues… —Viviana estaba nerviosa, no confiaba en las reacciones drásticas de Nate… Pero tenía que contarle aunque fuera solo una parte de la historia—. Veras, nosotros estábamos en la fiesta de fin de semestre de la universidad… Nos peleamos y el se fue cabreado de ahí, y eso fue lo último que supe hasta que tu mamá me conto esta mañana lo del accidente, eso es todo lo que yo se.

Nate golpeo con fuerza la pared.

Esa chica iba a acabar con su hermano de todas las formas habidas y por haber… No quiso saber porque habían peleado… En ese instante no quería enrollarse en los problemas de su hermano y su amiguita, los problemas que siempre evitaba porque…

—Vale, Nate, voy a la sala de espera. Te daré tiempo —Dijo cansadamente Viviana saliendo del acorralamiento del pelirrojo.

Arrastro los pies hasta la salida y casi como un zombie se dirigió a la primera sala de espera que encontró.

No había sido una larga conversación y pero si había hecho estragos en ella porque, vale, ya no encontraba formas de expresar su dolor. La incertidumbre paso a invadir la cabeza de Viviana, si era bien cierto que era la única culpable en esa situación pero que… Ahora que recordaba, Alec no tenía motivos de haberse enojado en esa fiesta la noche pasada…

Recordaba que la música estaba muy alta, que sus compañeros de universidad habían empezado a tomar e incluso ella había cogido vodka… Ambos habían quedado en que irían juntos pero de último momento un chico de la facultad de derecho bastante guapo la había invitado a ir con él y ella había aceptado encantadamente, le había enviado un mensaje de texto a Alec pero aparentemente no le había llegado porque no recibió el mensaje de entrega que solía llegar por el servicio de su compañía telefónica, entonces intentó llamarlo pero le caía la contestadora, después de llamarle varias veces y dejarle la contestadora llena de mensajes de voz se había rendido y se había ido a la fiesta… Todo en esa casa estaba prendido —No literalmente—, había mucha gente bailando y nadando en la piscina y otras haciendo cosas que no iba a mencionar, era una fiesta totalmente descontrolada pero aun así se la estaba pasando bien, bueno, bien era quedarse corta, había hecho bien al aceptar la invitación de ese otro chico… Que estaba de los mil demonios y la trataba de maravilla, y en una de esas secciones de coqueteos intensas que tenía con el chico de derechos, entre tantas personas, no había visto cuando Alec había llegado ni cuando se acercaba a ellos, no lo había notado hasta que se encontró con esos ojos verdes desbordando furia, pura y total furia.

Viviana se había alejado del chico para acercase a Alec y preguntarle que le pasaba. Entonces su conversación se reprodujo exactamente tal cual en su cabeza:

—¿Qué pasa? —Preguntó Viviana empezando a preocuparse.

—¡Fui a tu apartamento a buscarte! —respondió mordazmente Alec—, pero claro, ya veo porque no te encontré…

Prácticamente escupía las palabras y sus mejillas estaban rojas del enojo, su respiración era casi inaudible y tenía los puños fuertemente apretados a su costado.

—¡Pero yo te llame! ¡Y te envié mensajes de texto! —se defendió ella no comprendiendo la actitud de su mejor amigo.

—¿A qué teléfono, Aarian? —Preguntó, ahora sí, la había llamado por su primer nombre… El que ella odiaba y el que él utilizaba cuando quería matarla— ¡¿Al teléfono que tú misma tiraste a la bañera hace dos días?! —gritó exasperadamente… Pero el tono de su voz fue opacado cuando le subieron volumen a la música justo en el momento en el que hablaba.

—¡Mierda! —Murmuró Viviana, lo había olvidado completamente.

—Claro… Pero con lo despistada que eres lo olvidaste y vienes y me das el plantón tan feamente —Siguió reclamando—Yo creía que vendríamos juntos pero no, porque tu te vas con cualquier chico que se te pase por el frente y yo teniendo tantas chicas que matarían por salir conmigo, voy de estúpido y quedo contigo…

Esa fue la gota que colmo el vaso. Lo que hizo que Viviana también se molestara… Sin contar que el alcohol empezaba a jugar con sus sentidos.

—¡Pero que estúpido serás, Alec! ¡Yo no soy una regalada para irme con todos por ahí! —Le gritó en respuesta— Y pues si tienes a muchas chicas… ¿Por qué no te vas con ellas y dejas de fastidiarme la noche, Señorito Presumido?

El mar de sensaciones que pasaron por los ojos de Alec a velocidad relámpago, la dejo plantada al piso; enojo, dolor, resentimiento, más enojo, más resentimiento y, tristeza, una gran tristeza.

Alec dio la vuelta, tomando una botella de licor a su paso y se vio solamente como azoto la puerta de entrada, de haber estado cerca se hubiera escuchado el sonido.

Las palabras de su amigo la habían herido, ¿Creía el que era una cualquiera? Y Viviana se encontró pensando en que le importaba mucho que lo que Alec pensaba… No le había dolido que se lo dijera, si no que lo pensara…

Y eso había sido todo, una discusión de ocho minutos que la había conducido posteriormente a emborracharse y a él… A un trágico accidente.

Entendía que se hubiera enojado, pero, ¿A qué iba todo lo demás?

—¿Por qué tienes que ser tan complicado? —Murmuró y en eso miro la libreta nuevamente—, muy, muy complicado eres Alec.

Miro el reloj en su muñeca, ya era pasado el mediodía, y indudablemente había pasado todo muy rápido… ¿Y quién pudo haberse imaginado eso? Pero claro… Los accidentes eran las cosas inesperadas que sucedían.

Viviana empezó a golpear el suelo rápidamente con el talón de sus zapatillas distraídamente, no sabía con certeza cuanto tiempo había durado haciendo eso hasta que una gigante mano se poso su hombro. Levantó la vista rápidamente y dio con los ojos color ámbar de Nate… El era muy parecido a Alec, sus facciones eran las mismas y lo único que cambiaba era el color de ojos y cabello… Ahh… Y que Nate parecía un gorila con ese cuerpazo extremadamente brutal que se gastaba.

—¿Uhm? —Preguntó Viviana, al parecer Nate le había dicho algo que no alcanzó a escuchar.

—Que tengo que ir por papá al aeropuerto y mi mamá aun anda dando carreras con los Doctores… ¿Puedes regresar a la habitación? —Repitió vacíamente el, sin ninguna expresión en la cara.

—Si, claro —Se apresuró a contestar empezando a levantarse.

—Bien.

Nate se dio la vuelta y salió de la sala, Viviana lo siguió pero se desvió en el pasillo en dirección a la habitación de Alec.

Camino lo poco que había recorrido anteriormente y llego hasta la habitación. Ya dentro arrastró el sofá azul hasta la cama, dejándolo así junto a Alec.

Lo menos que podía hacer era velar por el todo el tiempo a toda hora hasta que despertara, porque estaba realmente segura de que despertaría de ese letargo en el que estaba sumergido.

Abrió la libreta nuevamente al sentarse en el sofá, con una mano sostenía la fría de Alec y con la otra sostenía el objeto para que no se cayera recostándolo en sus piernas.

Quizás en ese cuaderno encontraría muchas cosas… O entendería muchas cosas, o al menos eso quería, o solo lo que quería en ese momento era una distracción.

—¿Ahora a donde me llevaras, Alec? —Murmuró buscando la página en la que se había quedado.

*Bueno, he sido como siempre quería,

Así que no hay lágrimas,

No hay lágrimas,

No hay lágrimas para mi – James Blunt “No Tears”

Capítulo II

Prólogo y Capítulo I

Próxima entrega: Viernes 25-05-12

"Por si mañana no estoy" Capítulo II

Capítulo 2

Seré inmortal,

Porque vivo en tu destino.

De forma garabateada tenía escrito “El más vergonzoso día de mi vida, y el mejor de todos hasta ahora”.

Viviana ahogo una carcajada inevitable, en la foto que estaba junto al título se podía ver a dos niños, sentados en la arena a orilla de playa, ambos sonrojados. La niña sonreía abiertamente, triunfadora, mientras que en los ojos del pequeño se notaba la vergüenza, tanto que apenas alzaba la cabeza.

El flashback fue instantáneo.

Era verano y su familia había dejado Londres para ir a Brighton, una ciudad histórica pero que poseía unas increíbles playas y estaba a tan solo una hora de viaje. Habían alquilado una casa de verano a orilla de playa en un conjunto residencial, Viviana apenas tenía seis años y estaba muy emocionada ya que, las anteriores veces que había visitado el lugar era demasiado pequeña para recordarlo lo suficientemente bien.

Al día siguiente de haber llegado salieron por la mañana a la playa, solo tuvieron que caminar unos cuantos metros para llegar a los toldos amarillos que solían colocar siempre en las orillas, Viviana iba cargada de cubos y paletas, pelotas y todos los juguetes que pudiera utilizar en la playa, sería un día bastante agitado y emocionante.

La playa estaba ligeramente llena de gente, a medida que pasaban las horas más se llenaba, el sol que brillaba era confortable puesto que Londres era una ciudad bastante fría y sentir el sol sobre la piel era reconfortante.

—¿Quieres hacer un castillo Viv? —Le preguntó su mamá a la pequeña y como era de esperarse Viviana respondió alegremente que sí.

Junto al toldo de los Mcfly, la familia de Viviana, estaba uno desocupado. Cuando Viviana y Rose, su mamá, habían empezado a apilar los cubos lleno de arena una familia se instaló en el toldo vecino; eran dos niños, uno de cabello pelirrojo era más grande que el de cabello castaño, al menos se le calculaban dos años mayor, iban acompañados de sus padres.

Rápidamente se acercaron a saludar a la familia Mcfly cortésmente y los chicos comenzaron a hacer un castillo de arena junto al de Viv.

Viviana recelosa de que fueran a copiarse de su castillo les dio la espalda tapándoles la visibilidad a los niños y con la paleta había empezado a dibujar los detalles como las ventanas y a cavar lo que sería el lago alrededor del castillo. Al cabo de hora y media Viviana ya había terminado su castillo con la ayuda de su madre, pero los niños también lo habían hecho. El de ellos era más grande, tanto que el de la niña parecía realmente pequeño, ellos habían recibido ayuda de ambos padre mientras que Viviana solo de Rose porque Joseph, su padre, estaba muy ocupado ocupándose de la parrillada. Repentinamente le dio mucho coraje que el de ellos fuera de un tamaño más grande que él de ella y más bonito.

—Es más grande que el mío —Se quejó con Rose.

—Pero el tuyo está precioso amor —Respondió Rose con tono maternal.

—Lo dices solo porque eres mi mamá —refutó negándose a perder la batalla.

—¡Oye! ¿Quién te enseñó esa frase? Mira que si fue tu tío Matt ¡Lo mato! —Exclamó Rose con las manos en la cintura en forma de jarra, sorprendida por las palabras de la pequeña—. Mejor ve y busca una costra para que se la pongamos como puerta y estará listo.

A regañadientes le hizo caso a su mamá y fue por la orilla sin alejarse mucho recolectando en una cubeta las que le parecían más bonitas. Habían pasado unos minutos cuando noto que alguien la seguía, se volteó rápidamente para ver al niño de cabello castaño recogiendo costras igual que ella, las que Viviana no podía ver porque estaban muy escondidas o porque a simple vista parecían solo piedras él las recolectaba y las echaba al balde rojo. Viviana lo ignoro completamente y siguió con su tarea de recolección, de cierta manera le incomodaba un poco saber que el podía conseguir la mejor y así aplastarla definitivamente con su gigantesco castillo, le causaba cólera y ya el día en la playa no le parecía tan divertido y emocionante.

Trastabilló un poco cuando sintió algo incrustarse en su pequeño pie, seguido de eso, levanto su extremidad para ver que era, se sorprendió tanto que quedo estática… Había encontrado la más hermosa costra que en sus cortos años de vida había visto, tan blanca y resplandeciente… Como si la hubieran cepillado con crema dental así como hacían en las propagandas de Colgate.

Entonces, una mano tomo la costra.

Y otros pares de ojos que no eran los de ella, empezaron a examinarla para después soltar un suspiro que se ligaba con un “Wow” distorsionado.

—¿Pero tú qué haces? —Dijo enfurecida Viviana al niño de cabello castaño que estaba a solo dos pasos de ella, que sin descaro alguno se había inclinado y tomado lo que a ella le pertenecía por haberla encontrado primero.

—Es hermosa —Respondió él, no haciéndole caso a la pregunta de la niña; estaba asombrado.

—Sip —Dijo Viviana recalcando la “p”— Y es mía —Le arrancó la costra brutalmente de la mano al niño.

—¿Y si me la regalas? —Preguntó sonriente el niño inocentemente.

—¿Y si te vas tú con tu inmenso y feo castillo a otra parte? —respondió astutamente la nena empezando a recorrer de vuelta el camino justo por donde sus pisadas se habían grabado en la arena.

Estaba furiosa. El niño ese, a parte de tener un mejor castillo que el de ella ¿Quería que le diese la costra? ¿Acaso le patinaba el coco?

Apresuraba el paso para mostrarle su gran tesoro a su mamá cuando choco con alguien más grande que ella. Levantó la vista para mirarlo y vio al pelirrojo hermano del niño al que creía haber dejado atrás, pero se equivocaba porque el castaño le había dado alcance en menos de un minuto.

—¿Permiso? —Preguntó la niña al ver que el pelirrojo no se movía.

—Uhm —el niño miró lo que Viviana llevaba en las manos, y luego se volteo para ver que su hermano no traía nada especial con el— ¿Tú que llevas ahí?

—Ayy —Suspiró Viviana dramáticamente— Pero es que… ¿Ustedes dos son tan bobitos? —Sacudió la cabeza en un gesto de que los niños no tenían remedio, si, su Tío Matt era una muy buena influencia aunque su mami le dijera que no.

—No te molestes Nate… No va a dárnosla —Dijo resignadamente el menor de los hermanos.

—Y tú Alec… ¿vas a dejar que una nena se la quede? —Le reto Nate.

Los ojos verdes de Alec resplandecieron… El no quería quitársela, sería injusto porque ella la encontró primero y porque, nunca en la vida sería capaz de hacer llorar a una niña.

Alec ignoró los intentos de su hermano por ponerlo en contra de la niña que en ese momento los miraba entre asustada y aun más furiosa si era posible, le pareció realmente dulce per sus mejillas sonrojadas.

—Ella la encontró primero, además acá tengo otras bien lindas —Señaló la cubeta que llevaba en la mano.

Nate hizo una mueca, el quería la que la nena llevaba.

—Pues no me importa… Yo quiero esa —Cuando el mayor de los niños ahí hizo ademán de quitarle la costra a Viviana, ella soltó la cubeta que llevaba guindada del antebrazo y echó a correr hacia el toldo de sus padres gritando “Mamá, mamá”

—¡Bobo Nate, Bobo tú! —Le gritó Alec a su hermano empezando a correr para alcanzar a Viviana.

La respiración de Viviana estaba agitada cuando llego hasta donde su mamá quien se asustó al ver la aceleración de la niña y escuchar sus gritos.

—¿Qué pasó Viv? —Preguntó preocupada agachándose hasta quedar a la altura de su hija.

—El pelirrojo de allá atrás me quiere quita esto —Le señaló su reliquia y miro a su mamá asustada.

Rose miró sobre los hombros de Viviana y solo vio al niño más pequeño de cabello lizo y ojos verdes tras de ella, entonces recordó que eran los nenes de la familia que se había instalado en el toldo vecino.

—Tranquila Viv, no iban a hacerte nada amor —La tranquilizó su mamá, pero Viviana no se fiaba.

Desconfiadamente arrullo contra su pecho la costra y se dio la vuelta, apretó las manos contra su pecho aún más.

Alec estaba frente a ella con una mirada de disculpa reflejada en sus ojos y sus rasgos infantiles parecían perturbados. Estaba parado entre su inmenso castillo y el pequeño castillo de Viviana y lo que siguió después no se lo esperaban ninguno de los dos niños, ni sus padres.

Nate desde atrás le echó tremendo empujón a su hermano haciendo que este cayera sobre su castillo y lo derrumbara completamente.

Alec notó algo más que el impacto: Su traje de baño se había llenado de arena y Viviana lo miraba entre sorprendida y divertida.

El más vergonzoso día. Desde ese momento pensó que jamás iba poder ver a la cara a la niña de linda sonrisa… Y el culpable, era su hermano. Completamente culpable ese bobo.

El flashback terminó, llevándose con el la momentánea felicidad que había sentido al recordarlo todo, porque después de salir de la ensoñación se encontró de nuevo en la habitación 20 del hospital, junto a un Alec inconsciente y una pequeña libreta azul en su regazo.

Siguió el rastro de la foto y leyó en voz bajita la nota de Alec adjuntada en la misma página:

Que triunfante te veías en esa foto, ¿Verdad? Tu castillo fue el único que sobrevivió y de paso, con la puerta más bonita. ¿Y yo? ¡A mi que me tragara la tierra en ese momento! Te juro que nunca antes me había avergonzado tanto del comportamiento del neandertal de mi hermano (Por cierto, si alguna vez intenta quitarte algo y molestarte… Pártele un cepillo en la cabeza por mi, ¿Si?) Y luego viene el muy idiota y hace que mis calzones se llenen de arena… Que se llevo el galardón de la estupidez esa vez… Pero sin embargo, a pesar de todo… Fue el mejor día de mi vida… Porque lo mejor que pudo haberme pasado: fue conocerte. Y porque desde ese momento ya tu sonrisa (y tu feroz genio) habían sido grabado a fuego en mi mente”.

Y un poquito más debajo de la nota tenía garabateada la frase de una canción “I was enchanted to meet you”*

Con un nudo en la garganta, empezando las lágrimas a deslizarse por su mejilla de nuevo cerró de golpe la libreta, al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría apuradamente.

Hablando del Rey de Roma… y su hermano Nate que se asoma.

*Estaba encantado de conocerte.

Taylor Swift - Enchanted.



P.D: ¡Comenten!

martes, 15 de mayo de 2012

Relato: ~The a Team~


The a Team

“Y ellos gritan

Las peores cosas que nos pasan en la vida vienen gratis,

Porque simplemente somos esclavos de nuestra adicción” - E.S*

Noche. Frío. Frío. Noche.

Ese era el orden de sus pensamientos puesto que la neblina de la noche y su aturdidora oscuridad empezaban a esparcirse en el cielo y junto con ellas el ávido frío acompañando ahora el mugre oxígeno que respiraba en esa parte de la ciudad. Donde los hombres hacían cola y los drogadictos esperaban ansiosamente, donde el aire estaba ligado con el humo de los cigarrillos, donde los vagabundos pasaban la noche entre basura, donde la policía nunca pasaba, donde el gobierno se hacía desentendido… Ese podía considerarse que era su hogar, en la escoria de la ciudad, donde sus sueños eran sepultados bajo el silencio de las desilusiones y el deseo de escapar.

Donde ya no quería estar.

Sintiéndose culpable de una cantidad de desgracias ocurridas en su vida, sintiendo como un desgarrador corte en las mejillas sus lágrimas silenciosas… Sintiendo mucho frío para querer volar y escaparse de la repulsiva realidad.

Sintiéndose vacía.

¿Quiénes eran los demás para despreciarla, para marginarla? ¿Sabían ellos que, su vida en la calle se debía a que no tenía un hogar, Que alguna vez lo tuvo y que se disolvió tan rápido como una burbuja en un huracán? ¿Sabían ellos que, todo lo que hacía era para conseguir que comer y mantenerse viva en el mundo que llevaba grabado a fuego la palabra “DINERO”? ¿Sabían ellos que, por ser de clase social alta, no tenían el más mínimo derecho de menospreciarla porque hasta ella misma era más gente que algunos de ellos?

¿Quiénes eran?

No podía imaginar estar ahí un poco más, seguir con todo lo que hacía… Ciertamente ya no quería nada. ¿Cuál era su razón para levantarse todos los días? Si lo único que encontraba eran brazos desconocidos.

Ella no quería salir esa noche.

Estaba muy frío afuera, solo quería sucumbir y ya nunca más sentir ese enardecido dolor de ver su vida derrumbarse incontrolablemente… Ya únicamente quería descansar y sonreírle a las desesperanzas porque habían ganado la batalla, era la decisión final.

Hace mucho frío afuera para que un ángel pueda volar” – E. S*

*Ed Sheeran

P/D: Inspirado la canción “The a Team” de Ed Sheeran.

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Acá un relato, tanto tiempo sin traerles uno :D

Pero ya el viernes publico el 2do capi de "Por si mañana no estoy"

Por cierto, escuchen la canción si quieren, es hermosa o al menos eso me parece a mi :)

Trato de ponerme al tanto en todo y pues, estoy haciendo todos mis esfuerzos por publicar más seguido.

Ya no les quito tiempo, Se me cuidan ^^

Susan.

sábado, 12 de mayo de 2012

Por si mañana no estoy. Prólogo y Primer Capítulo.

¡Buenas! Como me alegra hacer esta entrada... Después de mucho tiempo sin publicar nada, ni relatos, ni historias, ni micro-relatos, etc... Hoy les traigo el prólogo y primer capítulo de una historia que actualizare todos los VIERNES, así no se me hace nada difícil... Entonces cada viernes subiré un capítulo :D ¿Qué les parece?

Ya había escrito antes de esta pareja y es que me encanta sinceramente... Espero de verdad que les guste, bueno, si no no gusta pues que se le hace XD Pero para eso tienen que comentar y decirme que les parece, Okay? :D


Por si mañana no estoy

Prólogo

Un paso, dos pasos, tres pasos…

—¡Vamos que puedes llegar! —Se animó ella misma en apenas un susurro, los dientes le titiritaban por el frío y las cuadras se hacían más largas de lo que en realidad eran.

Otro paso, un poquito más… Tan solo esta cuadra… —Pensó.

Dos minutos después y ya estaba frente a la puerta del edificio, que era bastante conocido ya para ella, pasaba mucho tiempo ahí, más que en su propio apartamento.

Cuando estuvo dentro del cobijo de las paredes y de la calefacción del lugar se sintió aliviada, presentía que si hubiera caminado otro poquito más se le caerían los dedos de las manos por lo congelados que estaban. El invierno apenas entraba pero como era común en Londres, el frío era insoportable, siendo invierno o no, aún era muy frío para su gusto.

Subió las escaleras de dos en dos hasta que llegó al tercer piso, lo único malo del acogedor edificio era la ausencia de un ascensor, pero estaba tan acostumbrada a subir y bajar esas escaleras que el ejercicio lo consideraba rutina.

Una vez en el pasillo camino tranquilamente hasta la puerta que tenía grabada un número 5, sonrío al ver las pequeñas marcas de lápiz que tenía la puerta, esas marcas eran obras de ella y de su impaciencia cuando él no corría a abrirle. Poco después de que llegaran a la conclusión de que ella terminaría acabando la puerta obtuvo su propia llave del departamento que ahora sacudía lentamente hasta que la introdujo y…

Entonces recordó.

Su mente se lleno de múltiples preguntas e inseguridades… La noche pasada había sido un completo desastre… No, desastre era quedarse corto. Había sido probablemente la noche más terrible de sus vidas y ella lo había olvidado fácilmente.

Pero, estaba allí dispuesta a arreglar todo, esa era la razón por la que había decidido dejar su apartamento y dirigirse allí en cuanto despertó.

No tocó la puerta, terminó de girar la llave y entró.

—¿Alec? —Preguntó en voz baja atravesando la pequeña sala con muebles rojos y una mesita de noche sobre la cual reposaban unos cuantos libros y revistas.

Caminó directamente hasta su habitación y se detuvo un momento a pensar si debía o no tocar la puerta, terminó decidiendo por no tocar, él no se enojaría por esa estupidez, o quizás si… Pero ya era demasiado tarde, estaba dentro.

La habitación estaba vacía.

—¿ALEC? —Llamó más fuerte pero no obtuvo una respuesta más sonora que el ruido de los coches afuera en la calle.

Era extraño que no estuviera allí, cuando dejo la fiesta de la universidad estaba segura de que el se había montado en su coche… Pero…

—¡Qué estúpida! ¡Seguro cogió para otro lado! —Dijo.

Alec había salido cabreado de la fiesta, y ella no supo más de él porque estaba muy ocupada intento mantenerse en pie y luego sobrevivir a la resaca. Curiosamente se acercó hasta una libreta que estaba sobre la cama de Alec, no la había visto nunca antes… Era una libreta de solapas gruesas y de color azul que tenía escrito sobre la portada “Por si mañana no estoy”.

De repente se escuchó el pomo de la puerta, pero no era la puerta del cuarto si no la del departamento. Apresuró el paso hasta la sala aún con la libreta en mano cuando vio algo que la dejo completamente devastada y que la hizo imaginarse las peores cosas que pudiera ser capaz de imaginar.

La madre de Alec, la señora Marie estaba llorando desconsoladamente mientras atravesaba la estancia, los ojos los tenía hinchado y la ropa arrugada…

La señora Marie cuando llego hasta ella la abrazo instantáneamente y empezó a llorar más fuerte, si eso era posible en ese momento.

—Viviana… —Empezó la madre de Alec, pero Viviana no la escuchaba, estaba estática, se estaba asfixiando lentamente en el miedo.

—¿Qué le pasó? —Preguntó en apenas un murmuro. Cuando vio a su madre llorando el que le había pasado algo estaba más que claro.

—Tuvo un accidente anoche, intenté comunicarme temprano contigo pero no atendías el teléfono y, está en el hospital… Pero esta en coma… Está mal —Soltó entre llanto.

¿Cuánto había pasado desde que había salido de su casa? ¿Una hora?

En esa hora que ella caminaba y padecía por el frío, su mejor amigo estaba muriendo… Y todas las horas desde que… Él se había subido al coche, cabreado con ella…

Viviana maldijo haber desconectado los teléfonos, haberlo dejado ir sin hablar antes con él en la fiesta, maldijo ser la culpable de que le hubiera pasado algo así.

Unas silenciosas lágrimas empezaron a rodar por su mejilla, muy ajenas a las gruesas lágrimas de la madre de Alec y fue en ese instante, cuando se debatía entre que hubiera pasado si no se hubieran peleado esa noche, en el que notó que aún tenía la libreta en sus manos, y leyó nuevamente el titulo sintiendo su corazón apretado…

Por si mañana no estoy…

—¿Qué? —Preguntó Marie desconcertada, pero Viviana no le prestaba atención, ella estaba pasando las hojas de la libreta desesperadamente para darse cuenta de que el contenido eran notas, con fechas y fotos de referencia, y que por todos lados estaba la letra de su mejor amigo.

Por si maña no estoy —Repitió— Por si mañana no esta…

Ahora sus lágrimas no eran solo silenciosas, si no que también ardían. Era un diario… Por si él mañana no estaba.

Capítulo I

El trayecto al hospital fue bastante silencioso, ninguna de las dos mujeres dentro del auto pronunciaban ninguna palabra, cada una sumida en el conflicto interior que eran sus mentes en ese instante. Viviana aún permanecía en shock, le era imposible creer que algo tan espantoso como eso hubiera ocurrido y por sobretodo, se sentía arduamente culpable. La Señora Marie se ahogaba en los pensamientos que toda madre tendría de estar en esa situación, no más que pequeñas cosas absurdas y grandes preocupaciones acerca del riesgo que corría la vida de su hijo, que ahora estaba prácticamente silenciada por el estado de coma.

—Es la habitación número 20 —le indicó la Señora Marie a Viviana una vez estando en el pasillo de las hospitalizaciones—. Yo iré al consultorio del Doctor, me pidió que pasara cuando estuviera de regreso.

—Ok —respondió cortadamente Viviana. Observó como la madre de Alec se alejaba en dirección contraria, entonces comenzó a avanzar en el pasillo. Esta vez no estaba contando sus pasos si no las puertas de las habitaciones.

¿Cómo pudo cambiar todo? ¿Por qué un accidente ahora?

Nadie podía decirle a Viviana que ella no era culpable, porque si lo era. La función de un mejor amigo era apoyar al otro, pero ella iba por el mundo dándole razones al suyo para enojarse con ella y que, a consecuencia de esto, ocurrieran desastres, desastres que se pudieron haber evitado.

El aspecto del hospital no le agradaba para nada, todo era demasiado blanco y enfermizamente higiénico, en las pequeñas salas de estar que se encontraban entre algunas habitaciones cada cierto espacio sólo se veían personas demacradas… Marcadas por el cansancio, otras simplemente impacientes.

Viviana no quería estar ahí por diversas razones, la principal porque no le agradaban para nada esos lugares… Pero la más importante era porque nunca en su vida hubiera deseado que el motivo de que estuviera ahí fuera Alec, nunca lo hubiera deseado. Su mente trabaja bastante rápido, una parte de ella, su conciencia, le restregaba en la cara todo lo sucedido, y la otra se martillaba con preguntas que probablemente fueran vacías y nunca respondidas, y solo una pequeña parte, muy en el fondo y lejos de las otras dos, pensaba solamente en Alec en su mejor amigo, en el chico de linda sonrisa y ojos verdes, el que le aguantaba toda su hiperactividad e impaciencias, con el que pasaba horas y horas sin aburrirse, al que le podía contar todo sin avergonzarse de nada… Solo esa pequeña parte, la que pensaba en él, estaba totalmente destrozada, creando grietas que se adueñaban de los recuerdos, solo esa pequeña parte podía comprender como se sentía ella, su alma, su corazón, sus sentimientos, no su mente.

Habitación Nº 20 –Leyó en voz baja.

Abrió la puerta lentamente, esta vez sabía que si lo encontraría pero temía cómo. Viviana prefería mil veces temerle a su reacción, a su enojo, que temer por verlo muy débil.

En la camilla estaba un cuerpo irreconocible, no físicamente puesto que no estaba muy magullado y sus facciones podían ser observadas; cabello castaño, nariz perfilada, pómulos resaltantes, labios rellenos… Pero era irreconocible porque su rostro estaba vacío, demacrado. Estaba dormido, pero no tenía ese aspecto somnoliento, parecía estar en una paz que nadie podía ser capaz de romper, pero seguía estando vacío, en ese momento era un completo extraño.

Y a Viviana le partía el corazón verlo así.

Ella sentía una opresión en el corazón que la dejaba sin aire, que se iba extendiendo por sus pulmones haciéndole difícil el trabajo de respirar y que finalmente se hospedaba en su estómago revolviéndolo de una manera inimaginable.

La habitación era blanca, como todo el hospital. La camilla estaba rodeada de aparatos que se mantenían sujeto al cuerpo de Alec y un pequeño sofá azul ocupaba la parte más alejada de la cama junto a una mesita donde reposaba una jarra de agua y dos vasos desechables.

Una vez junto a la cama, Viviana colocó suavemente su mano sobre la de él, temiendo lastimarle y sintió el tacto helado.

Por reflejo le invadieron unas ganas incontrolables de transmitirle calor, de que con ese pequeño gesto el en su profundo sueño pudiera saber que ella estaba ahí con él.

De un segundo a otro pensó algo de lo que no se había percatado en todo el camino: ¿Y si él no quería que estuviese allí? ¿Y si la odiaba y ya no quería ser su mejor amigo? ¿Y si no la quería tener más… cerca de él?

El dolor de esas preguntas sumado al de su conmoción en ese instante fueron los causantes de que empezara a llorar silenciosamente, para ella. Sintiendo las lágrimas saladas rozar sus labios y el frío tacto de la mano de Alec volvió a encontrarse con que estaba totalmente desorientada y que precisamente en esos momentos no encontraba más solución que llorar.

El mundo parecía haberse vuelto repentinamente demasiado malo como para que quisiera amarlo y demasiado chiquito para que pudiera importarle. Solo veía esos párpados cerrados, con esas extensas pestañas negras adornándolos, algunos rasguños en la cara y solo sentía su mano derecha sobre la de Alec, entonces se percató que en su mano izquierda aun llevaba la libreta que no había soltado desde que estaba en el apartamento.

Una multitud de escalofríos la recorrió cuando recordó el título de dicha libreta, ¿Por qué diablos tenía que llamarse así? La curiosidad no era algo que experimentaba en ese preciso momento, pero si sentía incertidumbre y odio solamente hacia el título porque, Viviana no podía imaginarse si mañana él ya no estaba.

La puerta se abrió lentamente y entró la señora Marie, aún con los ojos hinchados.

—Van a realizarle algunos exámenes mañana, puesto que hoy es domingo y algunos especialistas no están trabajando —El dolor que penetraba la anteriormente dulce voz de la madre de su amigo era desgarrador—, la hemorragia interna que tuvo fue bastante… Atroz. Según el Doctor.

Marie se vino en llanto de nuevo y Viviana a regañadientes soltó la mano de Alec y abrazó a su madre de nuevo, conteniendo sus propias lágrimas.

—Todo estará bien, ya verás que todo estará bien —le murmuró Viviana, con un nudo en la garganta y deseando poder creerse sus propias palabras.

—Hay que pedirle mucho a Dios —respondió alejándose hasta que pudo mirar a la chica a la cara—, aún faltan unas cosas por hacer y yo tengo que solucionarlas. Marcos llegará dentro de unas horas, ya salió al aeropuerto.

Dicho esto Marie abandonó la habitación. Así que Marcos, el padre de Alec ya estaba en camino.

Viviana conocía a toda su familia, desde sus abuelos y hermano, hasta todos y cada uno de sus primos y tíos. La familia de Alec era su familia, y su familia era la de Alec.

Sacó el celular y sin ganas de hablar por teléfono escribió un mensaje de texto a su mamá:

“Alec está en el hospital, está muy mal, tuvo un accidente anoche. No te llamo ahora porque en este momento no quiero hablar. Te quiero”.

Guardó el pequeño aparato y se sentó en el sofá azul retirado de la cama, puso la libreta sobre su regazo, no quería ni mirarla, pero la impaciencia fue más grande —como siempre— que su enojo con el título de ella y abrió la cubierta, empezando a leer la primera página escrita.

Carraspeo y releyó el primer párrafo sin creer lo que estaba ahí:

“Esto definitivamente es algo extraño y negativo, y la razón por la que lo hago es verdaderamente patética, pero de repente quiero que sepas muchas cosas que no te he dicho, por si mañana no estoy y nunca podré decirlas —Viviana hizo una pausa, tragado ruidosamente y continúo:

Esto es para ti, Viviana, porque tengo la leve (grande) sospecha de que serás tú la primera que lo veas y, si no lo eres, por favor entrégale esto a ella y, si, es que solamente lo encontraste por equivocación sólo devuélvelo a su sitio, no me comentes nada porque me enojaría, esto es solo por sí, es posible que mañana no este.

No eres la única que está completamente loca por aquí —Sonrió al leer la frase—, pero mi locura tiene nombre y razón y pues solo quiero mostrarte eso. Te llevaré un poco al pasado así que… ¿Disfrútalo?

Te quiero, tu mejor amigo

Viviana no entendió todo lo que había leído, lo intentaban pero algunas partes le parecían absurdas y más a lo último cuando Alec subrayó “tu mejor amigo” ¿Qué significaba eso?

Levantó la vista, comprobó que seguía inmóvil… Ella había encontrado la libreta por equivocación, pero él estaba lamentablemente en esa situación, eso significaba que si podía ojearlo.

—¿Me llevaras al pasado? —le preguntó en un susurro, pasando la página, quedando paralizada por las emociones entrecruzadas que azotaron su cuerpo—, cómo has podido recordar esto, Alec —murmuró.

Luego leyó el nombre del primer capítulo, vio rápidamente la foto al lado de él e inevitablemente sonrió.

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Próxima entrega: Viernes 18-05-12

Besos y Abrazos,
P.D: No olviden comentar.

Susan.