Capítulo 2
Seré inmortal,
Porque vivo en tu destino.
De forma garabateada tenía escrito “El más vergonzoso día de mi vida, y el mejor de todos hasta ahora”.
Viviana ahogo una carcajada inevitable, en la foto que estaba junto al título se podía ver a dos niños, sentados en la arena a orilla de playa, ambos sonrojados. La niña sonreía abiertamente, triunfadora, mientras que en los ojos del pequeño se notaba la vergüenza, tanto que apenas alzaba la cabeza.
El flashback fue instantáneo.
Era verano y su familia había dejado Londres para ir a Brighton, una ciudad histórica pero que poseía unas increíbles playas y estaba a tan solo una hora de viaje. Habían alquilado una casa de verano a orilla de playa en un conjunto residencial, Viviana apenas tenía seis años y estaba muy emocionada ya que, las anteriores veces que había visitado el lugar era demasiado pequeña para recordarlo lo suficientemente bien.
Al día siguiente de haber llegado salieron por la mañana a la playa, solo tuvieron que caminar unos cuantos metros para llegar a los toldos amarillos que solían colocar siempre en las orillas, Viviana iba cargada de cubos y paletas, pelotas y todos los juguetes que pudiera utilizar en la playa, sería un día bastante agitado y emocionante.
La playa estaba ligeramente llena de gente, a medida que pasaban las horas más se llenaba, el sol que brillaba era confortable puesto que Londres era una ciudad bastante fría y sentir el sol sobre la piel era reconfortante.
—¿Quieres hacer un castillo Viv? —Le preguntó su mamá a la pequeña y como era de esperarse Viviana respondió alegremente que sí.
Junto al toldo de los Mcfly, la familia de Viviana, estaba uno desocupado. Cuando Viviana y Rose, su mamá, habían empezado a apilar los cubos lleno de arena una familia se instaló en el toldo vecino; eran dos niños, uno de cabello pelirrojo era más grande que el de cabello castaño, al menos se le calculaban dos años mayor, iban acompañados de sus padres.
Rápidamente se acercaron a saludar a la familia Mcfly cortésmente y los chicos comenzaron a hacer un castillo de arena junto al de Viv.
Viviana recelosa de que fueran a copiarse de su castillo les dio la espalda tapándoles la visibilidad a los niños y con la paleta había empezado a dibujar los detalles como las ventanas y a cavar lo que sería el lago alrededor del castillo. Al cabo de hora y media Viviana ya había terminado su castillo con la ayuda de su madre, pero los niños también lo habían hecho. El de ellos era más grande, tanto que el de la niña parecía realmente pequeño, ellos habían recibido ayuda de ambos padre mientras que Viviana solo de Rose porque Joseph, su padre, estaba muy ocupado ocupándose de la parrillada. Repentinamente le dio mucho coraje que el de ellos fuera de un tamaño más grande que él de ella y más bonito.
—Es más grande que el mío —Se quejó con Rose.
—Pero el tuyo está precioso amor —Respondió Rose con tono maternal.
—Lo dices solo porque eres mi mamá —refutó negándose a perder la batalla.
—¡Oye! ¿Quién te enseñó esa frase? Mira que si fue tu tío Matt ¡Lo mato! —Exclamó Rose con las manos en la cintura en forma de jarra, sorprendida por las palabras de la pequeña—. Mejor ve y busca una costra para que se la pongamos como puerta y estará listo.
A regañadientes le hizo caso a su mamá y fue por la orilla sin alejarse mucho recolectando en una cubeta las que le parecían más bonitas. Habían pasado unos minutos cuando noto que alguien la seguía, se volteó rápidamente para ver al niño de cabello castaño recogiendo costras igual que ella, las que Viviana no podía ver porque estaban muy escondidas o porque a simple vista parecían solo piedras él las recolectaba y las echaba al balde rojo. Viviana lo ignoro completamente y siguió con su tarea de recolección, de cierta manera le incomodaba un poco saber que el podía conseguir la mejor y así aplastarla definitivamente con su gigantesco castillo, le causaba cólera y ya el día en la playa no le parecía tan divertido y emocionante.
Trastabilló un poco cuando sintió algo incrustarse en su pequeño pie, seguido de eso, levanto su extremidad para ver que era, se sorprendió tanto que quedo estática… Había encontrado la más hermosa costra que en sus cortos años de vida había visto, tan blanca y resplandeciente… Como si la hubieran cepillado con crema dental así como hacían en las propagandas de Colgate.
Entonces, una mano tomo la costra.
Y otros pares de ojos que no eran los de ella, empezaron a examinarla para después soltar un suspiro que se ligaba con un “Wow” distorsionado.
—¿Pero tú qué haces? —Dijo enfurecida Viviana al niño de cabello castaño que estaba a solo dos pasos de ella, que sin descaro alguno se había inclinado y tomado lo que a ella le pertenecía por haberla encontrado primero.
—Es hermosa —Respondió él, no haciéndole caso a la pregunta de la niña; estaba asombrado.
—Sip —Dijo Viviana recalcando la “p”— Y es mía —Le arrancó la costra brutalmente de la mano al niño.
—¿Y si me la regalas? —Preguntó sonriente el niño inocentemente.
—¿Y si te vas tú con tu inmenso y feo castillo a otra parte? —respondió astutamente la nena empezando a recorrer de vuelta el camino justo por donde sus pisadas se habían grabado en la arena.
Estaba furiosa. El niño ese, a parte de tener un mejor castillo que el de ella ¿Quería que le diese la costra? ¿Acaso le patinaba el coco?
Apresuraba el paso para mostrarle su gran tesoro a su mamá cuando choco con alguien más grande que ella. Levantó la vista para mirarlo y vio al pelirrojo hermano del niño al que creía haber dejado atrás, pero se equivocaba porque el castaño le había dado alcance en menos de un minuto.
—¿Permiso? —Preguntó la niña al ver que el pelirrojo no se movía.
—Uhm —el niño miró lo que Viviana llevaba en las manos, y luego se volteo para ver que su hermano no traía nada especial con el— ¿Tú que llevas ahí?
—Ayy —Suspiró Viviana dramáticamente— Pero es que… ¿Ustedes dos son tan bobitos? —Sacudió la cabeza en un gesto de que los niños no tenían remedio, si, su Tío Matt era una muy buena influencia aunque su mami le dijera que no.
—No te molestes Nate… No va a dárnosla —Dijo resignadamente el menor de los hermanos.
—Y tú Alec… ¿vas a dejar que una nena se la quede? —Le reto Nate.
Los ojos verdes de Alec resplandecieron… El no quería quitársela, sería injusto porque ella la encontró primero y porque, nunca en la vida sería capaz de hacer llorar a una niña.
Alec ignoró los intentos de su hermano por ponerlo en contra de la niña que en ese momento los miraba entre asustada y aun más furiosa si era posible, le pareció realmente dulce per sus mejillas sonrojadas.
—Ella la encontró primero, además acá tengo otras bien lindas —Señaló la cubeta que llevaba en la mano.
Nate hizo una mueca, el quería la que la nena llevaba.
—Pues no me importa… Yo quiero esa —Cuando el mayor de los niños ahí hizo ademán de quitarle la costra a Viviana, ella soltó la cubeta que llevaba guindada del antebrazo y echó a correr hacia el toldo de sus padres gritando “Mamá, mamá”
—¡Bobo Nate, Bobo tú! —Le gritó Alec a su hermano empezando a correr para alcanzar a Viviana.
La respiración de Viviana estaba agitada cuando llego hasta donde su mamá quien se asustó al ver la aceleración de la niña y escuchar sus gritos.
—¿Qué pasó Viv? —Preguntó preocupada agachándose hasta quedar a la altura de su hija.
—El pelirrojo de allá atrás me quiere quita esto —Le señaló su reliquia y miro a su mamá asustada.
Rose miró sobre los hombros de Viviana y solo vio al niño más pequeño de cabello lizo y ojos verdes tras de ella, entonces recordó que eran los nenes de la familia que se había instalado en el toldo vecino.
—Tranquila Viv, no iban a hacerte nada amor —La tranquilizó su mamá, pero Viviana no se fiaba.
Desconfiadamente arrullo contra su pecho la costra y se dio la vuelta, apretó las manos contra su pecho aún más.
Alec estaba frente a ella con una mirada de disculpa reflejada en sus ojos y sus rasgos infantiles parecían perturbados. Estaba parado entre su inmenso castillo y el pequeño castillo de Viviana y lo que siguió después no se lo esperaban ninguno de los dos niños, ni sus padres.
Nate desde atrás le echó tremendo empujón a su hermano haciendo que este cayera sobre su castillo y lo derrumbara completamente.
Alec notó algo más que el impacto: Su traje de baño se había llenado de arena y Viviana lo miraba entre sorprendida y divertida.
El más vergonzoso día. Desde ese momento pensó que jamás iba poder ver a la cara a la niña de linda sonrisa… Y el culpable, era su hermano. Completamente culpable ese bobo.
El flashback terminó, llevándose con el la momentánea felicidad que había sentido al recordarlo todo, porque después de salir de la ensoñación se encontró de nuevo en la habitación 20 del hospital, junto a un Alec inconsciente y una pequeña libreta azul en su regazo.
Siguió el rastro de la foto y leyó en voz bajita la nota de Alec adjuntada en la misma página:
“Que triunfante te veías en esa foto, ¿Verdad? Tu castillo fue el único que sobrevivió y de paso, con la puerta más bonita. ¿Y yo? ¡A mi que me tragara la tierra en ese momento! Te juro que nunca antes me había avergonzado tanto del comportamiento del neandertal de mi hermano (Por cierto, si alguna vez intenta quitarte algo y molestarte… Pártele un cepillo en la cabeza por mi, ¿Si?) Y luego viene el muy idiota y hace que mis calzones se llenen de arena… Que se llevo el galardón de la estupidez esa vez… Pero sin embargo, a pesar de todo… Fue el mejor día de mi vida… Porque lo mejor que pudo haberme pasado: fue conocerte. Y porque desde ese momento ya tu sonrisa (y tu feroz genio) habían sido grabado a fuego en mi mente”.
Y un poquito más debajo de la nota tenía garabateada la frase de una canción “I was enchanted to meet you”*
Con un nudo en la garganta, empezando las lágrimas a deslizarse por su mejilla de nuevo cerró de golpe la libreta, al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría apuradamente.
Hablando del Rey de Roma… y su hermano Nate que se asoma.
*Estaba encantado de conocerte.
Taylor Swift - Enchanted.
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